11M - no podremos olvidar
Llevo tres días muda por lo ocurrido el jueves 11 de Marzo en Madrid. Quería intentar escribir sobre otros temas, pero el atentado gravitaba todo el tiempo sobre mi cabeza, impidiéndome pensar en otras cosas. Y con la tragedia acompañándome, no conseguía que salieran las palabras; se habían quedado atravesadas en la garganta.
Hoy he leído un correo escrito el viernes 12. Me lo envía alguien muy cercano que ha logrado expresar los sentimientos que todos nosotros arrastramos estos días. Y con su permiso, he querido publicarlo en alternativa. Espero que nos sirva a todos para hacer el duelo y seguir adelante. Aunque no podremos olvidar.
Escrito por Javier:
"¿Qué se puede decir en un día como hoy? ¿Qué podemos hacer, escribir, pensar... vivir?
Todo lo que hemos considerado importante pierde su relevancia
Sólo sé que hoy algo se me ha roto y he llorado yo solo en el coche, realizando mi rutina de venir a trabajar, y he pensado que yo hoy tenía que considerarme afortunado
Simplemente el hecho de vivir parece un regalo de aquéllos que decidieron que su atentado iba a ser en ese día, en ese sitio, a esa hora y todos los que no estábamos en Atocha, en Santa Eugenia o en El Pozo ayer a las siete y media... nos hemos ¿salvado?
Cuesta pensar que hay alguien circulando por el planeta capaz de idear el sufrimiento indiscriminado, que sienten odio hacia aquéllos que no conocen, que pueden disfrutar con la idea del sufrimiento que van a causar en nombre de su causa, sea cuál sea.
Cuesta mantener la calma, cuesta mantener un mínimo de serenidad y realizar reflexiones "frías", sin apasionamiento.
¿Quién tiene derecho a decidir sobre la vida de alguien?
Pues yo no quiero decidir sobre la vida de aquéllos a los que considero asesinos, ni siquiera estoy seguro de que lo que más desee sea que los atrapen, les juzguen y les condenen.
Lo que querría es lo que ya nadie me puede devolver. Querría que la rutina de todos los días no fuera algo que estuviera en manos de nadie, que nadie pudiera tomar la decisión acerca de si me toca o no me toca morir.
Quiero reflexionar con vosotros, hacia vosotros. He oido que lo peor que podemos hacer es actuar negando lo que ha ocurrido, hay que expresar lo que se siente para afrontarlo y superarlo. Eso quiero por encima de todo, que lo superemos todos.
Nadie puede devolver lo que nos han quitado, pero sólo en nuestra mano está no tener miedo. Quizá eso sería lo único que me atrevo a pediros: Sin miedo y sin ira, ser capaces de afrontar todo lo que supone vivir día a día. Levantar los ojos, mirar hacia arriba, afrontar nuestro dolor y superarlo. Cada uno por sí mismo, pero con la ayuda de todos.
Las cicatrices nunca se curan del todo, siempre queda la marca, pero las marcas nos ayudan a recordar.
Que todo lo que habéis sentido por todos los que estaban allí no se quede en el día de hoy. Que no tenga que haber un gran dolor en los que nos rodean para que se nos despierte la conciencia.
Por ellos, por nosotros, sentid, vivid.
Gracias a todos por permitirme sentiros cerca".
Hoy he leído un correo escrito el viernes 12. Me lo envía alguien muy cercano que ha logrado expresar los sentimientos que todos nosotros arrastramos estos días. Y con su permiso, he querido publicarlo en alternativa. Espero que nos sirva a todos para hacer el duelo y seguir adelante. Aunque no podremos olvidar.
Escrito por Javier:
"¿Qué se puede decir en un día como hoy? ¿Qué podemos hacer, escribir, pensar... vivir?
Todo lo que hemos considerado importante pierde su relevancia
Sólo sé que hoy algo se me ha roto y he llorado yo solo en el coche, realizando mi rutina de venir a trabajar, y he pensado que yo hoy tenía que considerarme afortunado
Simplemente el hecho de vivir parece un regalo de aquéllos que decidieron que su atentado iba a ser en ese día, en ese sitio, a esa hora y todos los que no estábamos en Atocha, en Santa Eugenia o en El Pozo ayer a las siete y media... nos hemos ¿salvado?
Cuesta pensar que hay alguien circulando por el planeta capaz de idear el sufrimiento indiscriminado, que sienten odio hacia aquéllos que no conocen, que pueden disfrutar con la idea del sufrimiento que van a causar en nombre de su causa, sea cuál sea.
Cuesta mantener la calma, cuesta mantener un mínimo de serenidad y realizar reflexiones "frías", sin apasionamiento.
¿Quién tiene derecho a decidir sobre la vida de alguien?
Pues yo no quiero decidir sobre la vida de aquéllos a los que considero asesinos, ni siquiera estoy seguro de que lo que más desee sea que los atrapen, les juzguen y les condenen.
Lo que querría es lo que ya nadie me puede devolver. Querría que la rutina de todos los días no fuera algo que estuviera en manos de nadie, que nadie pudiera tomar la decisión acerca de si me toca o no me toca morir.
Quiero reflexionar con vosotros, hacia vosotros. He oido que lo peor que podemos hacer es actuar negando lo que ha ocurrido, hay que expresar lo que se siente para afrontarlo y superarlo. Eso quiero por encima de todo, que lo superemos todos.
Nadie puede devolver lo que nos han quitado, pero sólo en nuestra mano está no tener miedo. Quizá eso sería lo único que me atrevo a pediros: Sin miedo y sin ira, ser capaces de afrontar todo lo que supone vivir día a día. Levantar los ojos, mirar hacia arriba, afrontar nuestro dolor y superarlo. Cada uno por sí mismo, pero con la ayuda de todos.
Las cicatrices nunca se curan del todo, siempre queda la marca, pero las marcas nos ayudan a recordar.
Que todo lo que habéis sentido por todos los que estaban allí no se quede en el día de hoy. Que no tenga que haber un gran dolor en los que nos rodean para que se nos despierte la conciencia.
Por ellos, por nosotros, sentid, vivid.
Gracias a todos por permitirme sentiros cerca".
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